dissabte, 9 de juny del 2012

Tarde en la sierra

Estaba atardeciendo, Sara seguía absorta en sus pensamientos, la mirada fija solo se reflejaba en sus pupilas el hermoso atardecer, el contraste de luces chocando sobre los montículos pedregosos y cubiertos de jaras y matojos.
Cerró los ojos por ver en su interior, y estaba oscuro vacío, nada le decía que antes fuese un vergel de flora y fauna, de alegrías de  amigos, de ilusiones y sueños.
Se levantó del duro suelo y apoyó sus manos en la vieja encina, que por unas horas le dio cobijo.
Recogió su cuaderno y la pequeña bolsa que llevaba para guardarlo junto a su botella de agua, que ya se quedó vacía, se acercó al arroyo cercano, la llenó y enderezó sus pasos hacía el pueblo.
Seguía pensando que estaba vacía, tanto como su botella, que solo unos minutos antes había llenado en el pequeño riachuelo.
Si bien era cierto que su timidez era grande, no era menos cierto, que era una persona abierta y sensible, capaz de entregar en instantes todo lo que llevaba en su interior, ¿seria por eso que se encontraba vacía?
La noche la sorprendió antes de pisar el pueblo, los árboles del camino parecían haberse replegado para dormir bajo las estrellas, que lucían con más esplendor que nunca, como si quisieran decirle, que estaban allí para acompañarla.
Por las noches cambiaba la naturaleza  por la jungla de cables y ventanitas, por las que antes siempre encontraba hermosas letras índice de que tras ellas se escondían los más bellos sentimientos de amistad.
¿que había ocurrido? ¿en que se había equivocado?
De la noche a la mañana todo cambió, todos sus sueños compartidos habían volado, las ventanas ya no se abrían para dar paso a los sueños.
Sacó de nuevo su viejo cuaderno, pero esta vez la tinta no se estampaba en el, las letras se resistían a permanecer en la página en blanco.
Envió la flechita  hacía el correo y esperó...no daba crédito a lo que leía, pero...sí estaba escrito, pulsó de nuevo y borró el mensaje, los demás...no valía la pena abrirlos ya sabía lo que decían, en algo se había equivocado y estaba segura que su error, si es que lo hubo le iba a costar perder lo que quizá nunca tuvo, alguna que otra amistad.
Lo que Sara no sabía es que  aquella perdida de lo que nunca tuvo, le cerraría todas las puertas.



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