dissabte, 9 de juny del 2012

Raquel vivia en mi misma calle, tenia un año más que yo y aunque ibamos a colegios distintos, siempre que podiamos jugabamos juntas o haciamos los deberes, unas veces en su casa y muy pocas en la mia, en su casa el ambiente era mucho más calido, su padre era un hombre bonachón, que casi nunca estaba y su madre, se ocupaba de la porteria del edificio en que vivian,
La diferencia entre su casa y la mía era, que la suya se dividia en dos partes, lo que era la porteria a la entrada del portal, una cocina-comedor y un pequeño mostrador cara a los vecinos y visitantes, las habitaciones estaban en el sotano, sólo dos, pero todo muy limpio a pesar de que la luz del sol no entraba ni siquiera por un ventanuco.
Los padrinos de Raquel, vivian en el segundo piso con sus dos hijas mayores que mi amiga, trabajaban en la fabrica de hilaturas los cuatro, aunque siempre en turnos diferentes.
Aquella tarde, Raquel bajaba la calle descompuesta, su cara inundada de lágrimas, las palabras no le salian de su garganta, se abrazó a mí y entre sollozos creí entenderle
¡Nana que está muerto!
¿que está muerto? le pregunté, ¿quien está muerto?
Sepi, su padrino se había ahorcado aprovechando que ni su mujer ni sus hijas, estaban en casa.
Todo parecia tan extraño, nadie en aquel momento pensó en las razones que Josep, Sepi como todos lo conociamos lo llevaran a tan cruel final.
Las cosas tarde o temprano, acaban sabiendose y la Carmeta, la mujer de Sepi, no tardó más de un día en averiguarlo, solo tuvo que mirar en el armario, debajo de las sábanas, nada, el dinero de la dote de sus hijas, habia desapartecido, se esfumó como se volatiza el humo de un cigarrillo.
Carmeta era una mujer luchadora, dura como una roca, su meta eran sus hijas , que pudieran casarse con un buen hombre y formar un hogar, eso sí, mejor que el suyo.
No sólo la falta del dinero hizo a la mujer darse cuenta de lo que habia ocurrido, lo peor que su marido hizo fue la forma de terminar con su vida.
Fue muy cuidadoso, aunque yo más bien diria malicioso, por no emplear un adjetivo peor que seguro sería más acertado a su hazaña.
Rodeó todo el piso con una fina cuerda que acababa justo en la ventana donde apareció su cuerpo sin vida.
La primera en llegar fue su hija pequeña, que al ver la cuerda no tuvo otra ocurrencia que empezar a liarla, era fina aunque super resistente, tenía que serlo para sujetar un cuerpo de más de cincuenta kilos, mientras hacia el ovillo llamaba a su padre,
Papá que ocurrencias tiene, como se le ocurre pasar el piano por todo el piso, seguro que me tiene una sorpresa.(A la cuerda se la conocia así, de piano, seguro que era por su resistencia)
Cierto que le esperaba una sorpresa, amarga y desagraable.
Gritó como una loca, la visión de su padre pendiendo de aquella cuerda, debió ser lo peor que puede aguantar un ser humano.
Raquel vió como lo bajaban para meterlo en el furgón de la funeraria y ajena a todo lo que pasaba, lloraba amargamente por su perdida.
Ya eramos mayores, cuado supimos, que Sepi, asfixiado por las pérdidas en el juego por recuperar el dinero que robó a su mujer y sus hijas, para darselo a su amante, era eso que tenía una doble vida y agobiado, decidió poner fin de la forma más horrenda, como si ellas tuvieran la culpa de sus desmanes.
La vida en el barrio continuaba, las cosas cambiaban día por día y ya parecia que nadie se acordaba de los años de postguerra.
En las grandes ciudades como la mía, habia trabajo para todos aunque no muy bien pagado, eso no impedia que llegase gente de zonas con menos posibilidades de salir adelante.
La gran avalancha hizo que los que mandaban, decidiesen poner tasa a tantos como llegaban a diario a la estación de francia, por entonces la principal en la ciudad y a todo aquel que no tenía un familiar o amigo, que pudiera responder lo mandaban a misiones, unas grandes naves en la montaña de Montjuich, allí permanecian hacinados muchos días, hasta que llenaban un furgon y los devolvian a su origen.
Esto no les ocurrió a más de un pariente, que por obra y gracia del sobrino del suegro o primo de la mujer, consiguieron trabajo y pensión.

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